Presencia en la ronda de noche

Vete, así en tanto apareces regresa a tu pincelada,
a la anterior dimensión de la palabra desconocida.

Clavada la mirada me escuchas como atraviesa
y mira lejos, donde nunca me alcanzas.
Mi corazón en automático…
Pero ya no soy yo la que habla, o puede que sea yo más que nunca;
que no me dejo en la sombra, que no compongo a oscuras.

Vete ahora, para que no corra el aire
y las voces no lluevan sobre mí.
No nombres lo que cae de mis ojos.
Lo que digan no me quita la vida.

Mi sensibilidad tiembla a salvo,
o una parte de ella que di escudos.
Dejo que mi cabello caiga erizado
y que mis pupilas siempre se dilaten.

La luz casi fue un invento en la noche
y entre todo solo veo infinita claridad.
No nadaré más en aguas opacas y duras,
mientras exista una gota transparente
Y se calme la sed con un recuerdo.

Ya se pintaron mil y una noches de Rembrandt.
Vete y no lo nombres.
Vete…
Regresa a la pintura.

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