Susurros de un paisaje prestado
Vine con una espiga en el pecho enredada.
Vine con una espiga en el pecho enredada.
Las líneas van a parar a un punto desprovisto de ojos.
Tampoco es el infinito, se juntan en vértices de pestañas.
Se vuelcan las lágrimas salpicando al colibrí del pozo.
Acontece una lluvia que solo suena envuelta en sueño.
Allá donde el recuerdo es mezcolanza de siluetas
y los jarrones reconstruyen perfiles de personas.
Cara a cara queda el espacio de nuestras manos
Si fuese todo infinita luz… interminable sombra...
Arrugas son papel y alma vieja,
rayos de tinta que entretejen
soles radiantes de primavera;
guarda proyecciones mi retina.
Tengo sed del lago vibrante donde las piedras brincan.
Agua que cae entre mis dedos y no alcanza mis labios
¿Y ahora? No respiro y no calmo mi angustia de beber.
Me voy hundiendo, mis alas nunca fueron branquias.
Dejé queriendo la puerta abierta,
y en la cerradura las llaves colgando.
Yo supe del rostro que a mí me mostraba
en la entrada del espejo que me reflejaba.
Cuando caigo elevas tu mirada.
Ahí arriba, en lo alto y en movimiento
Me pregunto qué de mí se fue volando
que despegó el brazo de tu cuerpo.