Las líneas van a parar a un punto desprovisto de ojos.
Tampoco es el infinito, se juntan en vértices de pestañas.
Se vuelcan las lágrimas salpicando al colibrí del pozo.
Acontece una lluvia que solo suena envuelta en sueño.
De los instantes la continuidad construye su relato,
así como de los puntos seguidos surgen las líneas,
y al final me veo envuelta en su irremediable destino,
mientras se tacha el nombre con lo que me subraya.
Disparar balas al aire para herir el sonido del viento.
Atracar el barco encima de un naufragio anterior y siempre.
Descender a las vértebras de las ilusiones malditas.
Es negociar una salida, un punto de fuga a nuestras líneas.