A paso trémulo

Qué mentira más grande la del agua con el fuego,
la querencia no se extingue con el desconsuelo
y vuelven a decirnos que así podemos combatir,
cuando si llueve es porque ya nos incendiamos.

Crepita el cristal roto de lo duro y lo muy frágil
entre las láminas vivas de cortes transparentes
y goteos en las vistas supurantes de morderse,
que, por querer, tienen la mirada en la espalda.

Allá donde el recuerdo es mezcolanza de siluetas
y los jarrones reconstruyen perfiles de personas.
Cara a cara queda el espacio de nuestras manos
Si fuese todo infinita luz… interminable sombra…
no estaríamos descompuestos en la noche del día.

Pero temblaste en los pasos todavía no alcanzados
de las breves historias contadas por los nunca vivos.
Observo lo que queda en sus huellas y palpo la mía;
como herida cauterizada fusionada con mi psique,
si la recorro, toda tristeza y dulzura se desprende

¿Pudo ser este el miedo mayor que hicimos de menos?
En la razón de lo conocido el temor es hijo del misterio,
y esas dudas, se sabe, que anidan en cualquier pensar
que, a más sentir, más pesados se tornan los párpados
y más sellados tus labios en el encierro de tu enigma.

Fue tras mucho caminar que di con esta soterrada respuesta
que acude a la pregunta que engendran tus contradicciones,
Y en ella no hallé motivo ni causa capaz de cesar el viento
ni cambió el sentido de la magnética aguja que me inclina…

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